Esa pequeña cajita en tu cabeza

“Somos resultado de la interacción diaria con el medio social y sin capacidad critica somos esclavos del entorno y sus creencias”

Vamos a hacer un pequeñísimo recorrido por nuestro cerebro, como seres humanos resultamos ser bastante complejos, vamos a imaginar nuestra psyque como una pequeña caja vacía, así viene o debería venir cuando somos unos bebes. Con el pasar del tiempo, en base a nuestro contacto social esta cajita se va llenando de nuestros aprendizajes, recuerdos, experiencias y emociones.

Entran allí las enseñanzas de nuestros padres tanto buenas como malas, esas enseñanzas que se transmiten de generación a  generación sin ser cuestionadas, el conjunto de valores que se maneja dentro de nuestro núcleo familiar, también entran las enseñanzas de las personas que nos rodean nuestros profesores, nuestros compañeros de colegio y amigos que influyen en nosotros de manera directa o indirecta, incluso sin darnos cuenta ingresan a nuestro subconsciente sus creencias y perspectiva del mundo y una buena parte de ella se va convirtiendo en parte de nuestra construcción psíquica individual, cada una de las personas con las que nos encontramos influyen en nosotros y lo hacen desde sus propios constructos psíquicos, nuestros padres no solo nos transmiten sus valores, sino que además, sus problemas individuales sin resolver, sus temores del mundo, sus ideales personales, sus frustraciones, sus represiones y sus experiencias, ellos tratan de hacernos ver la vida desde la lupa de su experiencia y recordemos que la experiencia de aprendizaje de cada ser humano es única, pero al ser niños, nuestra capacidad critica y reflexiva no esta activa por lo tanto, absorbemos tanto lo bueno como lo malo de nuestro entorno sin racionalizarlo.

Y vamos creciendo y nuestra cajita se va llenando con papeles que dicen “está mal hacer eso.” “si haces aquello serás castigado…” “para ser feliz debes…” “Las personas buenas son solo aquellas que…” “Esta es la religión que debes adoptar…” y al ser humano se lo va adiestrando, en ese punto el pobre niño carece de libertad de elección y las personas del entorno solo están pasando por su cajita cerebral y tirando papeles en ella como “Tu no eres bueno en esto.” “Tú debes hacerte cargo de nosotros cuando seas grande.” “Tu deber es.” “Debes estudiar sino…”  “El sexo es sucio…” se va implantando así en el individuo, culpa y arrepentimiento, mecanismo de manipulación por excelencia y en el niño se van creando miedos y limitaciones que le impiden interactuar con la sociedad de modo efectivo.

Sería ideal vivir en una sociedad donde los otros seres humanos tanto padre, amigos, entorno no pretendieran influir en nuestros ideales, pero lo hacen y seria aun mas ideal si las personas que intentan influir estuvieran sanas emocionalmente, pero lamentablemente transmiten también sus propias limitaciones y represiones creando hijos o hijas frustrados y frustradas a nivel de interacción social, que incluso pueden llegar a tener problemas en su desarrollo sexual, físico y psicológico. 

Lo ideal en una sociedad es formar ciudadanos con capacidad analítica y reflexiva, ciudadanos capaces de tomar sus propias decisiones sin la injerencia del medio social, una sociedad ideal respeta la libertad del individuo, comparte un ideal pero deja que el individuo sea el que tome la decisión  de adoptar tal o cual ideal político, religioso, ético sin ejercer la presión de grupo, solo en el momento en que el ser humano sea respetado en su derecho para pensar y decidir, es que la sociedad podrá avanzar a un buen ritmo, eso ocurrirá en el momento en que el ser humano deje de ser coaccionado por su entorno para lograr conectar consigo mismo y sus necesidades personales, será el momento en que esta persona se siente con esa cajita con la que vino empiece a sacar una a una las creencias que fueron implantadas de manera antinatural y a revisarlas a la luz de su madurez personal pensando “Esta me sirve” o “esta no me sirve” desechando lo negativo, lo encadenante, lo limitante para liberarse a partir de una ideología personal e independiente propia de una autorreflexión crítica y pertinaz.


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