Mi relación con “Estrella” era de esas relaciones inexplicables, ella llegó un día de la nada cuando me encontraba jugando con el celular junto a la ventana, llegó para acompañar mis días siempre iguales en tiempos de encierro y pandemia y pronto aprendimos a conectarnos, yo la veía juguetear y moverse con sus pequeñas patitas, en algún momento incluso me dejó tocarla, ambos aprendimos a coexistir juntos y nos volvimos en compañeros de pandemia, pero sabía que ella necesitaba un compañero así que compre a Máximo y el amor entre los dos ocurrió a primera vista, entonces yo quede desplazado de su idilio, mientras los dos discutían , se reconciliaban, jugueteaban y eran felices, entonces aprendimos a ser tres, pero ahora que mi pequeño ángel se había ido la relación entre Máximo y yo se estaba volviendo insostenible y me preocupaba en extremo su soledad, sabía que debía encontrarle un hogar, así que puse ese aviso y al principio me escribió una mujer anciana que quería adoptarlo para que le hiciera compañía a su papagayo ¿Cómo un perico australiano podría ser feliz a lado de un papagayo? No había manera, luego me escribió un hombre que tenia dos hijos de seis años y cuatro años y me contó que ellos querían un ave, definitivamente no dejaría que Máximo fuera manoseado por un par de niños que podrían matarlo, más tarde me escribió una chica que se veía muy guapa y quería un ave para adornar su casa, estuve a punto de sacrificar a Máximo por conocer mejor a la chica, pero debía ser prudente y sensato, Máximo no era un adorno.
Finalmente, cuando estaba a punto de darme por vencido, revisé una vez más el aviso que había colocado “Periquito soltero busca periquita” y vi la foto de máximo con una mirada entre tierna y coqueta y su pose desafiante estaba listo para retirar el aviso, cuando la dueña de un club campestre me escribió, resulta que vio el aviso y se quedó enamorada de Máximo, fui a visitar sus instalaciones y en efecto, era el lugar perfecto, el lugar estaba junto a un rio y lo mejor de todo es que la mujer tenía otros pericos australianos en un espacio muy amplio, ella había enviudado hace poco y me contó que la afición de su esposo era criar periquitos, tenían muchos y de muchos colores, entonces supe que ese era el lugar perfecto para Maximo,me apenó mucho tener que dejarlo allí, recuerdo su mirada cuando lo coloqué con los otros pericos australianos el día que finalmente lo llevé, me quede observándolo un rato en un rincón sin atreverse a socializar hasta que finalmente se atrevió a levantar vuelo y explorar, he vuelto a ir unas cuantas veces mas para visitar a Máximo, la mujer me cuenta que aun no tiene una pareja pero que ha hecho buena amistad con un periquito de su misma edad, Máximo ahora se ve feliz e incluso me atrevería a decir que se alegra cuando me reconoce.
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