La charla

 

-Siéntate-Me dice el hombre mientras con gentileza me muestra el sillón.

-No me gusta andar con rodeos. Quiero que poses para mí completamente desnuda-Agrega mientras me mira con lascivia.

En ese momento se que debo levantarme e irme de allí, pero mi cuerpo no reacciona o tal vez la curiosidad es mayor o simplemente estoy tan impactada del nivel de cinismo de este personaje que decido seguir escuchándolo.

-Solo quiero ver que te desnudez frente a mí, quiero observarte mientras te quitas la ropa lentamente-Agrega mientras me mira con curiosidad como esperando una respuesta.

Callo y lo sigo observando, mientras el hombre se pasa los labios por la lengua.

- ¿Gustas una copa de Rosé? -Me dice mientras se apresura a servirse a si mismo una copa, miro sus movimientos lentos y parsimoniosos, un simple hombrecito intentando fingir ser poderoso.

Me quedo allí observando alrededor de la habitación y me encuentro con unos cuantos cuadros con un mismo denominador, perros Cavalier de ojos tristes mirando a la nada.

El hombre me acerca una bandeja de uvas y cojo unas cuantas mientras se sienta frente a mí, exhala un suspiro, se mete una uva a la boca y lo acompaña con un trago de vino Rosé

- ¿A quién engaño?-No me interesa verte desnuda o tal vez si, tal vez si quiero verte desnuda, pero lo que realmente quiero es alguien que me escuche, estoy cansado de ver los cuadros de perros que dejó el propietario que me renta este flat, estoy cansado de ver siempre esas miradas tristes de perros que me observan todo el día-

El hombre se para y empieza a rodear todo el apartamento, señalando cuadro por cuadro 

-Mira este es el perro más triste de todos-Se mueve con velocidad hacia otro cuadro y señala -Pero mira este otro ¿Qué clase de persona normal tendría su departamento lleno de cuadros de perros?

- ¿Qué clase de persona normal invita a la hija de su mejor amigo con engaños y le propone quitarse la ropa para él? -Le digo mientras lo miro con seriedad.

- ¿No entiendes? -Se tira de pronto en el sillón mientras lanza un suspiro -No me interesa verte desnuda, quiero una persona con la cual compartir una copa de vino y que yo sepa que no se irá de este departamento robándome algo como la prostituta que contraté la semana pasada.

De pronto, la cara del hombre se muestra totalmente distinta, veo un hombre que finalmente desviste su alma frente a mí con una mirada transparente y afirma-Te conozco desde pequeña y sabía que no me juzgarías, tal vez realmente solo estoy muy confundido, gracias por venir y si el ofrecimiento que te hice termina la amistad con tu padre que así sea.

Me levanto del sillón, cojo el bolso que había dejado sobre la mesita de centro de su sala, veo al hombre hundido en su sillón sin dirigirme la mirada, me dirijo hacia la puerta y en ese instante veo un juego de ajedrez sobre la mesa del comedor.

- ¿Juegas ajedrez? – Le pregunto

-Si-Me responde el hombre en una voz apenas perceptible.

-Juguemos-Le digo.

De pronto al hombre tirado sobre el sillón se le abren los ojos y se le iluminan como a un pequeño niño.

Aquel día jugamos cuatro partidas de ajedrez seguidas, las suficientes como para demostrarme a mi misma que soy mala en ese juego, pero también las suficientes como para saber toda la historia de ese hombre, con dos divorcios, una fortuna perdida y una empresa que no lo hacía feliz intentaba encontrar el sentido de su vida, al terminar la partida de ajedrez él supo que debía arreglar algunas cosas en su vida, disculparse con algunas personas, desprenderse de una empresa que no le hacía feliz y empezar a disfrutar realmente de la vida, se dio cuenta que nada lo ataba a ese apartamento.

A los cuatro meses siguientes; Papá recibió la noticia en su oficina, su mejor amigo, el hombre que vivía en un apartamento rodeado de cuadros de perros, había muerto practicando submarinismo en una isla griega dejando una jugosa herencia de 50 millones de dólares que donó a un asilo de ancianos, una organización de ajedrez y una comunidad de cuidado de perros Cavalier.


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