En una sola habitación se podían fundir los cuerpos durante
horas y violarse a si mismos en un mismo compás, en una habitación se podían colapsar
los sexos al punto infinito de la depravación, en una habitación podían correr
los fluidos a través de los cuerpos, pero es que no era una habitación, era el sofá, la ducha, era cada rincón y cada espacio de ese
instante, es que no era una habitación era un espacio sin espacio donde sólo podía
existir el placer, era un espacio sin palabras, era un lugar sin espacio para
el resto del mundo, era el preciso momento en el que dos cuerpos se exploraban
a si mismos como bestias salvajes escapadas del zoológico.
No me preguntes ¿Por qué podría excitarme ver mi reflejo balancearse
frente al espejo? ¿Por qué podría ensimismarme en mi propio reflejo mientras me
pierdo en el placer de la penetración brutal? ¿Por qué podría excitarme ver tu cuerpo perfecto junto a la desnudez del mío? ¿Por qué me convertiría en tu
bestia mientras te conviertes en mi bestia? Tal vez es porque podría haber
estado fumando demasiado sexo, tal vez es porque esta vez trajeron un poco de
esa droga llamada “Sexosa”. Tal vez porque inhalarla a través de tu sexo se
pudiera haber vuelto mi pequeña adicción no culposa, tal vez porque sentirla
regarse en mi interior podría convertirse en algo mas que una simple droga llamada
“Sexosa”.
Estoy preparándome otra dosis de “Sexosa” mientras me pierdo
en mi propia humedad, estoy preparándome para recibir un poco más de lo que me
debilita y al mismo tiempo doblega, estoy rindiéndome al efecto de la “Sexosa”
en tu propia piel que se mezcla a la perfección con mi cuerpo, y en este momento
preciso me doy cuenta de que el amor no duele si va acompañado del placer de la
sexosa y mezclo un poco de sexosa con amor y se convierte en un empalme tremendamente
brutal que me lleva al éxtasis de la depravación amorosa en medio de las
canciones ,se pierden nuestros sentidos ,sale un gemido orgásmico entre las letras de la propia melodía que suena en mi cabeza pero tú no escuchas porque se opaca en medio de nuestro placer sexoso, mientras la cámara nos termina de filmar.
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