La modelo

Llegó a mi oficina ubicada en el piso doce de la zona financiera de San Isidro, un día de enero, impregnando de olor a Channel mi templo personal de negocios, se sentó con la confianza de una diva en mi sofá, mientras pedía un café cargado a la asistente. 

Miraba todo a su alrededor con desdén, se cruzó las piernas dejando ver sus botas de cuero que iban acompañando a los jeans, sin siquiera preguntar, sacó de su cigarrera personal un cigarro, no tendría más de veintiséis, era como ver una lolita pretendiendo jugar el papel de mujer. Me senté frente a ella y empecé a observarla mientras se arreglaba el cabello perfectamente negro atrás de la oreja  y fumaba con la mirada perdida en el vacío, le acerqué el contrato, lo leyó con detenimiento, lo leyó una, dos e incluso tres veces, traía una blusa con cuello tortuga que le cubría el pecho y el cuello pero aun así se podían adivinar sus flamantes senos, el celular que traía en el bolso empezó a vibrar y luego la tonada de una canción francesa inundó la habitación, terminó de firmar el contrato y lo dejó sobre mi escritorio junto a la estatua de buda, sacó el celular, revisó la pantalla y con mucha calma tecleó un mensaje, mientras seguía con la mirada perdida, se acercó al ventanal para lanzar bocanadas de humo del cigarro que sostenía entre sus dedos con las uñas pintadas en rosa, se veía como una flor delicada que intentaba ser ruda.

Sus enormes ojos azules se perdían en los edificios mientras fumaba, se acercó un poco mas al balcón hasta terminar apoyándose en la baranda.

Sin lugar a dudas su cuerpo delgado tenía unas hermosas curvas, levantó las manos para arreglarse el cabello en una coleta, mientras entre sus dedos de manera casi mágica se sostenía aun el cigarro, ella, sabía que la observaba pero no le importaba, me pidió un vaso de agua, me apresuré a buscar una botella de agua purificada en el mini bar, cogí la botella entre mis manos y cuando voltee para llevarla adonde ella se encontraba minutos antes, en el balcón, la modelo no estaba, la puerta de mi oficina permanecía cerrada era imposible que hubiera salido, era como si un fantasma se hubiera esfumado, aun sin creerlo me acerqué al barandal  y allí estaba doce pisos abajo, una de las botas de cuero no estaba en su pie, un cuerpo contorsionado yacía sobre la cera, los transeúntes la rodeaban mientras  miraban al cielo intentando saber de donde cayó, inmediatamente bajé, corrí escaleras abajo los doce pisos, su cabello negro yacía esparcido sobre la pista, los ojos azules estaban  abiertos con la mirada aún perdida, su cabeza reposaba en un pozo de sangre , la mano aun sujetaba el teléfono mientras una mueca de burla se dibujaba en el rostro.

Desde aquel día cada vez que llego a mi oficina veo a la modelo sentada en el mismo sofá, a veces solo la veo fumando mientras cierro contratos, otras veces baja conmigo las escaleras hasta acompañarme a la salida del edificio cuando regreso a casa, aún tiene la mirada perdida, me he acostumbrado a observarla y siento que cuando me vaya ella seguirá sentada en ese sofá, a veces se acerca a la baranda y la veo saltar, no importa cuantas veces la haya visto saltar, al día siguiente la veo nuevamente sentada en el sofá o parada mirando al celular, ella no me molesta y yo a ella tampoco, en días tranquilos solo me sumerjo en su contemplación, y otros días aun puedo percibir el olor a Channel en todo el lugar.

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