El árbol

 

El día de la mudanza había llegado, terminé de empacar las pocas cajas que faltaban, mi sueño estaba a punto de realizarse, luego de años de vivir en la convulsa ciudad y trabajar como un esclavo para el mejor periódico de Lima, había llegado el momento esperado, había invertido los ahorros de mi liquidación para finalmente mudarme fuera de la ciudad, el anhelo de mis 38 años de vida finalmente se estaba cumpliendo, podría trabajar desde la comodidad de mi casa y generar contenido para “La Vanguardia” en su edición virtual, el trabajo de mis sueños finalmente me había alcanzado, el carro de la mudanza llegó, subí a mi carro y empecé a manejar rumbo a Matucana, un pueblito a pocos kilómetros de Lima, planeaba pasar un muy buen tiempo en contacto conmigo y con la naturaleza, era tiempo de cumplir mi sueño de niño tener una pequeña casa con ganado y vivir de la vida del campo, había pasado demasiado tiempo en la ciudad.

Llegamos a eso de las cuatro de la tarde, vi mi nueva casa a las afueras del pueblito rodeada de vegetación y un arroyo que pasaba cerca dejaba sentir sus sonidos para mí, me pare frente a la puerta de mi casa de campo de dos pisos, con su pequeña puerta de madera y sus ventanas del mismo material, hecha de adobe como la quería, algo simple para poder disfrutar de la experiencia real de campo, entré y vi que aún estaban allí las cosas de los propietarios anteriores, el dueño fue un anciano viudo que había muerto hace un año, su hijo un colega del trabajo, me vendió la casa que le causaba demasiado dolor y nostalgia, pues no solo le recordaba al padre recientemente fallecido sino, también a la madre desaparecida años atrás sin dejar rastro alguno,  me pidió que en la medida de lo posible mantuviera el diseño original.

Me senté en el sillón y miré las cajas apiladas alrededor, salí al patio y disfruté de la vista de los árboles que rodeaban la propiedad, un árbol en especial me llamó la atención, se veía grande, frondoso y verde, no sabía mucho de árboles pero al googlearlo descubrí que era un árbol de castaño, me acerqué a ver la base de su tronco , debía tener unos veinte años en ese lugar, las historias que tendría para contar, saqué mi cámara y empecé a tomarle fotos, pronto se hicieron las siete de la noche y fui al pueblo para poder cenar, al regresar a casa caminando por las calles solitarias, y acompañado de la luna de octubre, me fije una vez más en el árbol, y me pareció ver un perro echado en él , me acerqué a observar y lo que parecía ser un perro se convirtió en una sombra que se escabulló, no le presté atención al incidente.

Llegué a  casa y me quedé dormido, a la media noche, me despertó, un cosquilleo en el pie, pensé que se me había adormecido e intenté cambiar de postura pero cuál no sería mi sorpresa al encontrarme frente a la silueta de una mujer anciana mirándome en la oscuridad de la habitación, cubierta apenas por una bata blanca me miraba con resignación, mientras los rayos de la luna iluminaban su rostro viejo, pensé que era una ilusión óptica, cerré los ojos por un segundo, los volví a abrir, seguía allí señalando a la salida de la habitación, me puse de pie, por alguna razón este ser no me causaba miedo, caminé mientras ella seguía señalando con el dedo el camino, bajé al primer piso de la casa, siguiéndola, ella mantenía el dedo señalando al horizonte, la seguí, atravesando la maleza en la oscuridad ,acompañado por el sonido de las cigarras y el ruido del riachuelo, la seguí hasta detenernos en el árbol de castaño, donde me miró y desapareció en un gemido.

Abrí los ojos, eran las tres de la mañana estaba sudando, vi la ventana entreabierta y el frio que me congelaba el cuerpo me obligó a pararme para cerrarla, miré a través de la ventana al patio de la casa, allí estaba el árbol, pero junto a él estaba ella, la sombra de mis sueños parada señalando, me limpié los ojos, con decisión, volví a abrirlos, solo vi el árbol.

Desperté a las ocho de la mañana con el sol radiante y el cielo azul de Matucana, tenía una decisión, busqué por toda la casa una pala y aun preguntándome si todo había sido un sueño me dirigí al árbol y empecé a cavar, cavé por horas haciendo agujeros cerca a la raíz, una fuerza extraña me empujaba, solo encontraba tierra, a las once de la mañana tiré la palana a un costado y me senté en el piso de hierbas, ¿estaba loco?, eso pensé, de pronto entre los restos de tierra vi lo que parecía ser un hueso, me levanté, limpié la tierra y entendí, en efecto eran los restos de  un cadáver, no necesité más explicaciones, muchos años más tarde había encontrado a la desaparecida madre de mi compañero de trabajo.

Fuente de la imagen: Ellysiumn


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