El padre

El padre tenía una hija de hermosos cabellos rubios y ojos azules intensos, tan intensos como agua de mar. Veía en ella su vivo retrato, el padre era pintor y quería que la hija también lo sea. el padre amaba a la hija más que a cualquier otra cosa en el mundo, desde pequeña le había enseñado a manejar los pinceles y reconocer la gama de los colores de fríos a cálidos para crear las más bellas misturas, en los días soleados dejaba que su pequeña se deleitase pintando en el jardín de su enorme casa, ella realmente amaba pintar y expresaba en cada color lo que estaba en su alma, un día se cansó de sostener el pincel con la mano derecha y  empezó a usar la mano izquierda, entonces el padre, aun con ideas arcaicas pensando  que ser zurda era lo peor, la castigó y cada vez que usaba la mano izquierda la reprendía. 

A raíz de este evento, la niña empezó a crecer reprimida en sus emociones, ella también tenía muchas y muy variadas emociones pero las ocultaba del padre, a veces el padre con su carácter cambiante la terminaba asustando, algunas veces el padre solía ser dulce y bueno con todos y otras era agresivo, cuando el padre estaba de buen humor se sentaba con su pequeña hija a pintar unos cuantos cuadros, la hija temía al carácter cambiante del padre, pero sabía que cuando el padre tenía un mal día, solo tenían que dejarlo alejarse y encerrarse en su propia locura, a pesar de todo, en el fondo, el padre veía en su hija la continuación de su vida, la había mantenido en una jaula, cual avecilla como cuidándola de todo lo que la pudiera dañar, en el fondo tenía miedo perderla y dejarla volar, pero un día la curiosidad de la hija, dedicada a pintar hizo que entablara una conversación con el jardinero que cada día regaba las plantas en el jardín.

El joven, tenía el carácter del padre a veces indescifrable a veces dulce, la hija inmediatamente se enamoró, apenas el padre lo notó se llenó de celos , pero nunca lo demostró, la hija y el padre aun pasaban días pintando pero cada vez menos, la hija del pintor pasaba cada vez más tiempo con el joven que se estaba encargando de mostrarle el mundo, eventualmente cuando la hija hablaba del amado el padre se llenaba de celos, pero nunca lo demostró, otras  veces, el novio de la jovencita iba a visitarlos, y una que otra vez, el padre los atrapó besándose en la escalera de su nada modesta casa y se encontró fijamente con los ojos del joven enamorado, fundiéndose los dos en un duelo de miradas el cual, la joven en su idilio, ignoraba.

El joven, intuía en el padre algo de celos, pero amaba tanto a la hija que nunca se lo contó, él no quería alejarse y sabía que la hija en el padre se refugiaba, por tanto jamás intentó contradecir ese amor paterno un poco extraño y posesivo, un día funesto el joven en un acto de inmadurez le rompió el corazón a la chica y el padre agazapado desde la ventana de la cocina vio a la hija llorar mientras entre las lágrimas de los amantes el padre ya sonreía, había ganado victoria, la hija permanecería a su lado, pintando por siempre y haciéndole los retratos que tanto el padre amaba, la hija estuvo por días con el corazón roto, deambulando por la sala de la cocina, encerrada en su habitación, mientras el padre solo pensaba que al fin se había deshecho del joven, otros días la hija se llenaba de furia y se movía por la casa de un lado a otro como no entendiendo la actitud del joven al cual ella entregó su corazón, al padre le rompía el corazón ver a su hija en ese estado, pero en el fondo era feliz de haberse deshecho del joven.

Un día la madre de la joven luego de días de agonía con cáncer, murió. El padre sintió que el corazón se le partía en dos, y en ese momento pudo entender el dolor que había sentido la hija cuando le rompieron el corazón, pasaron los días y el padre y la hija sumidos en la melancolía, empezaron a pintar cuadros cada vez más grises y más oscuros, mientras la hija empezó a mirar al padre con odio, a veces el padre atrapaba a la hija mirándolo a escondidas con una mirada de rencor furtiva, había empezado a culparlo de su desdicha. 

Luego de días de refugiarse, el padre en su habitación oscura, un día de sol finalmente decidió alistar sus colores y llevó con él lo que a la vista parecía ser un enorme balde de pintura roja carmesí para salir a pintar en el jardín las flores que aun crecían, eligió los más bellos colores y empezó a pintar con el bello color carmesí vibrante, las rosas más rojas del jardín, cantaba y vibraba mientras seguía pintando cada  una de ellas, cogía el pincel con furia y llenaba de color las rosas de su pintura, tenía una enorme sonrisa en el rostro, y cuando terminó la pintura, la llevó finalmente al cuarto de su amada hija, abrió las cortinas de la habitación de esta, colocó la pintura junto al espejo y dejo que los rayos de sol entren mientras se recostaba junto al cadáver putrefacto de esta, aun con el cuchillo clavado en el corazón  y la sangre seca sobre el cobertor, el padre cantaba y le mostraba las rosas que había pintado con la sangre de su hermosa hija para mantenerla eterna en una pintura.

Fuente de la imagen: MayaCobblepot

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