El virus

Lo conocí dos años antes de la gran pandemia mundial, estaba yo sentado en el sillón de mi despacho de abogados disfrutando de una de mis sinfonías favoritas, completamente perdido en mi mundo de ensoñaciones, cuando entró en mi oficina un hombre de aproximadamente un metro noventa centímetros, mi cuerpo se estremeció ante su aparición inesperada, e inmediatamente me levanté del sillón para ir a darle la mano, al acercarme pude notar extrañado que traía un cubrebocas de color negro que solo me permitía verle los ojos, algo muy inusual ciertamente en aquella época, en la que el verano de la ciudad de Lima era tan caluroso y en la cual ciertamente aun no teníamos ni la menor idea del evento que se avecinaba.

El hombre sacó ante mi un conjunto de documentos, todos estaban en inglés, de hecho el no hablaba español, empezó a explicarme en su inglés fluido lo que buscaba, había llegado hace poco a Lima, huyendo de algo, no me explicó claramente de que, poseía muchas propiedades en el extranjero y quería designar un albacea que pudiera decidir sobre ellas en caso de su muerte, al decir la palabra muerte los ojos azules se le nublaron, se quedó un momento mas en silencio, el hombre lucía desesperado, me dijo que un amigo suyo le había recomendado y que al ser yo un abogado de bajo perfil podría ayudarlo, me mostró sus estados de cuenta bancarios, el hombre era asquerosamente rico, podría haber contratado al abogado mas influyente de cualquier país, pero por alguna extraña razón vino conmigo, no confiaba en nadie, tampoco quería estar mucho tiempo en la ciudad.

Me habló sobre sus planes de ir a la selva peruana y refugiarse allí, el solo quería que una persona le pueda proveer de ese dinero mensualmente sin levantar sospechas y yo tendría poder absoluto para encargarme de todas sus propiedades, el hombre me mostró también seis pasaportes distintos, cada uno con una identidad diferente, me quedó claro que se escondía de algo, apenas podía adivinar el movimiento de sus labios al hablar, en ningún momento se sacó la mascarilla a pesar del intenso calor y de que además llevaba puesto una camisa de manga larga, veía las gotas de sudor recorrer su cuello, lo tenía frente a mi y no entendía como un hombre tan rico podría estar tan desesperado por esconderse en el lugar mas remoto, me reí, en ese momento él se acercó a mí, me tomó de la mano y en un estremecimiento llegaron imágenes muy rápidas a mi mente, una reunión secreta en donde él estaba, un conjunto de personajes extraños realizando coordinaciones macabras indescriptibles, personas de apariencia asiática atrapadas en sus casas cubiertas por mascarillas, un hombre asiático asesinado a traición por un grupo de personajes, cientos de personas caminando por las calles ataviados con mascarillas, vi y sentí desesperación, muerte, tristeza, ambición mientras él seguía sujetándome fuertemente del brazo, vi una coordinación mundial de información, todo estaba interrelacionado como una telaraña y yo lo veía todo como si fuera dios y lo sentía, alcancé a ver científicos trabajando en laboratorios y haciendo pruebas en seres humanos cuya carga genética era contaminada, quise soltarme, lo que veía era demasiado, el hombre me siguió sujetando con fuerza, vi a las personas desesperadas y rogando ser inoculadas con la mezcla que los alteraría genéticamente, luego todo se nubló, vi antenas siendo instaladas y los cerebros humanos siendo controlados, vi el declive de la humanidad, el hombre me soltó finalmente de la mano, se limpió los ojos, había llorado, veía las lagrimas resbalar y perderse dentro de la mascarilla, se la quitó, traía parte del rostro quemado, me puse de pie sobre mi silla, ese hombre definitivamente estaba loco, y si no estaba loco, lo que ocurriría era tan grande que había puesto su vida en peligro y ahora debía esconderse, yo tenía hijos y una familia asumir un riesgo tan grande era simplemente innimaginable.

Le recomendé a uno de mis mejores amigos, al salir de la oficina, el me dio un fuerte apretón de manos, lo vi caminar en el pasadizo y perderse en el ascensor, me senté en mi cómoda silla, puse un video en el celular y me propuse a negarlo todo. Nada de eso era real y todo había sido producto de mi imaginación, me dije. Dos años más tarde escribo esta historia desde una comunidad en el amazonas, cuando los medios de comunicación empezaron a revelar sus cifras y la enfermedad se volvió viral, la psicosis colectiva se apoderó de todos los seres que conocía, su mente estaba siendo programada tal como lo vi en aquella época en mi oficina, supe que todo lo demás era verdad, No podía contarles, no tenía pruebas de absolutamente nada, solo sabía que estaban matando a la humanidad del peor modo, la estaban envenenando con miedo, cogí a mi esposa y mis hijos, mi madre al ser demasiado débil falleció en el contagio, estaban tal como lo vi exterminando a los más débiles, y aquellos que sobrevivieran serian fácilmente controlables a través del miedo y la vacuna para ser aún más útiles al sistema de producción, seres humanos sin voluntad, era un plan maestro excepcional, pero jamás permitiría que mis hijos fueran controlados o  crecieran con miedo, esta es la última carta que escribo, antes de finalmente adentrarme en la jungla donde nadie nos pueda encontrar.

Fuente de la imagen: rehakphoto

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