La reina que hizo poemas con sus lágrimas

Hace muchos años en el reino de la nada, habitaban en armonía unos reyes muy amados por su pueblo debido a su capacidad para impartir justicia y amor, y como es de suponerse en el reino todo era paz, felicidad, mariposas que volaban y formaban arco iris multicolores, ya saben como son estos cuentos todo es felicidad y todo es hermoso hasta que algo malo pasa y en este caso lo malo que ocurrió fue que el reino de la nada entro en conflicto con el reino del caos y el rey tuvo que ir a la guerra despidiéndose de su afligida esposa y con la gran promesa de volver para seguir retozando entre nubes de arco iris.

Solo que como ya se imaginarán, el rey no volvió y se dijo que pereció en la guerra a manos del rey del caos. Como es de suponerse la reina quedó deshecha al perder a su amado, y el resto de los días se encerró en la habitación más oscura y en el torreón más alejado del castillo, pasaron los meses y la reina descubrió cambios ocurriendo en su cuerpo. Entre las brumas de la oscuridad vio su reflejo en el espejo de la habitación y descubrió su vientre inflamado.

En ese instante el corazón de la reina palpitó de felicidad y se apresuró a salir de su aislamiento voluntario para compartir la noticia con la gente del reino, saber que la reina tendría un hijo de su rey la llenaba de alegría y aunque la alegría no era completa por la ausencia de este, la reina empezó a cuidar de ella, contrató a los mejores cocineros, llamó a las mejores parteras, consultó al oráculo para saber el sexo del bebé y siguió todas la recomendaciones de su nana para dar a luz al príncipe más saludable. Pasaron los meses y en el mes seis, la reina como siempre solía hacer se durmió sobre su cama abrazada de la armadura de su rey y soñando con él.

A la mañana siguiente cuando despertó,  sintió la humedad sobre las sábanas y cuando se colocó las manos en el vientre no sintió el bulto moverse, se incorporó con desesperación y vio las sábanas impregnadas de sangre, dio un alarido tan fuerte que la nana corrió en el acto para encontrarse con la reina sumergida en la desesperación, cuando llegaron las matronas y la revisaron, constataron que el no nacido había muerto dentro del vientre de la madre, inmediatamente iniciaron el proceso para retirar al feto, mientras la reina deliraba en fiebre, al principio se pensó que la reina también moriría pero con el transcurrir de los días, la reina fue recuperando la salud y el color en sus mejillas poco a poco fue volviendo. El pueblo al enterarse de la recuperación, armó un enorme festín para su reina, quien sonreía y brillaba y asistía a las ceremonias de su pueblo, aunque al principio todos temían lo peor tras la pérdida del pequeño príncipe, se sorprendieron a ver a su reina tan repuesta.

Pero lo que nadie sabía es que por las noches, mientras todo el pueblo dormía, la reina bajaba al calabozo del castillo, gritaba hasta quedar sin voz y  lloraba con todas sus fuerzas ,es así que la reina empezó a escribir en las paredes en piedra mojándolas con sus lágrimas y con sus propias uñas, poemas y arrullos para su hijo no nacido, mientras las lágrimas corrían por su rostro, arañaba las paredes depositando sus palabras de amor en verso al esposo ido y al hijo muerto, hasta quedarse dormida abrazada de su cuerpo, a la mañana siguiente volvía a repetir el show de cada día, tomaba un baño, se colocaba rubor en las mejillas para disimular su sepulcral palidez, se ataviaba con las mejores prendas y salía a responder a los clamores del pueblo.

Pasó el tiempo, dos años pasaron, entonces la reina agotada de su dolor, con el alma quebrada y sin que nadie sospechara absolutamente nada, lo planificó todo, colocó los asuntos del reino en manos del hijo de su hermana a quien designó heredero, le dio una hacienda a su anciana nana y la despidió con un beso para que fuera a cumplir su sueño de terminar sus días en el campo, liberó a los esclavos y en la noche cogió la soga más gruesa que encontró en el castillo, escribió una nota corta y la cogió en su mano, se dirigió al torreón más alto, donde se encontraba la campana para llamar al pueblo, colgó la soga y con mucha precisión se la enredó en el cuello, pasó la soga por el campanario, se trepó en el muro, miró una vez más su reino, y sin soltar una lágrima con la decisión que la caracterizaba saltó al vacío quedando su cuerpo colgado junto a la campana con los pies en la nada, mientras una nota caía de sus manos y se perdía en el suelo.

A la mañana siguiente cuando el pueblo despertó, se encontró con la macabra escena, empezaron los rumores, la reina era una egoísta, había abandonado a su pueblo, el sacerdote de la iglesia se negó a bajar el cuerpo al considerarla una suicida y así estaba el pueblo reunido en asamblea  cuando con total gallardía en un enorme caballo negro entraba el rey de vuelta al reino, cual no seria su sorpresa al encontrar a su reina muerta, corrió junto al cadáver y la desató mientras lloraba profusamente, obligó al sacerdote a oficiar la misa de despedida  y se quedó junto a la tumba de su reina por seis días con sus consecutivas noches.

Cuando finalmente volvió al castillo, con los ojos inflamados, totalmente descompuesto y más delgado encontró una nota caída en el piso, que decía “Me llamaran egoísta por decidir sobre mi vida, ¿acaso no es mas egoísta vivir con la pérdida de mi corazón completo? La mitad murió con mi esposo, el rey y la otra mitad se la llevó mi hijo con quien voy ya a reunirme, no juzguen a su reina suicida por matarse, en realidad yo quería vivir y lo intenté solo que el dolor ya me había matado mucho antes de este acto”.

El rey, que había permanecido por dos años preso en el reino del caos, cogió la nota entre sus manos y lloró, al día siguiente fue a la tumba de su amada y se quedó allí llorando hasta que terminó convertido en piedra.

Hoy en día se dice que los visitantes pueden ir al castillo, visitar el calabozo y encontrar los seiscientos poemas escritos por la reina y si van a la tumba encontraran al rey petrificado como cuidando a su musa.

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