Las personas habían desarrollado
una curiosidad creciente en relación a mi recientemente adquirida fascinación por
pasar algunas horas a solas en mi habitación; lo cierto era que podía pasar
largas horas y se habían empezado a preguntar: ¿Qué era lo realmente fascinante
de permanecer allí? Ellos y ellas asumían que el tiempo que pasaba en mi habitación
transcurría navegando en mi computadora, pero esto era mucho mas extraño de lo
que parecía .
Todo ocurrió una noche; una de
tantas en las que estaba plácidamente dormida, de pronto, empecé a escuchar en
mi ropero una especie de uñitas que se desplazaban lentamente y parecían arañar
la madera, me quité los tapones auditivos para cerciorarme de que en efecto no
era producto de mi imaginación, cuando empecé a prestar más atención el sonido
simplemente desapareció, esto ocurrió durante varios días y la verdad aprendí a
dormirme con el sonido de fondo arrullando mis sueños. Pero, un día de tantos
en que se hacían las 7 de la noche , llegué completamente agotada del trabajo y
lo único en lo que pensaba era en recostarme en mi maravillosa y acogedora cama
para ver una película estúpida que me permita escapar de mis pensamientos , más
cual no sería mi sorpresa al abrir la puerta de mi habitación y encontrarme con
un ser de aproximadamente veinte centímetros , plácidamente apoyado sobre mi
escritorio ojeando uno de los libros a medio leer que había dejado abandonado
sobre mi mesa.
El ser que te menciono parecía sumamente
absorto en su lectura y pude apreciar su cuerpo desnudo que podría describir como
la piel de una rata sin pelo, sus enormes ojos color fuego y su pequeña cola de
cerdo, su forma era básicamente humanoide y tenía pequeñas extremidades como los
de un pequeño humano. En lugar de correr o asustarme traté de hacer el menor
ruido posible para poder apreciar al ser extraño que disfrutaba sin descaro de
la lectura de mi libro. El pequeño ser movía sus ojos color fuego de un lado a
otro y allí me fijé en sus labios que eran como los de un pequeño conejillo de
indias, tenía una nariz pequeña como de gato y de sus manos sobresalían pequeñas
garritas, parecía bastante curioso ver un ser antropomorfo con vestigios de
diversos animales, cuando hube saciado mi curiosidad hice un pequeño ruido y la
criatura corrió con rapidez hacia la puerta semi abierta de mi ropero.
Mientras te cuento mi primera
experiencia al encuentro de un duendecillo, en este momento lo veo frente a mi extasiarse
con su imagen cuando le muestro un espejo. Desde el momento en que encontré ese
pequeño ser en mi habitación no he podido menos que investigar al respecto de él.
Volviendo al momento en que corrió a esconderse en mi ropero, yo sigilosamente abrí
mi ropero y lo encontré cobijado y temeroso intentando cubrirse con mi abrigo
para no ser descubierto. Lo primero que hizo al verme fue gruñir y luego le tendí
mi mano en son de paz, la criatura me miró con temor mientras le acercaba mi
dedo, el cual coloqué sobre sus labios pequeños y allí fue que la criatura se abalanzó sobre mi y me mordió , pero
su mordida era apenas perceptible, era como sentir un pequeño roce de unos
diminutos dientecillos, luego el duendecillo corrió a toda velocidad y se escondió nuevamente debajo de mi cama, encendí
la linterna del celular y me puse de
cuclillas para intentar convencerlo de salir de su escondite.
Como viera que el bichejo o duende
o lo que fuere permanecía impávido, fui a la cocina por unas pequeñas galletas
de chispas de chocolate, una manzana y un trozo de queso , luego me dispuse a
probar cual de todos los manjares podría persuadirlo de confiar en mí.
Cuando le acerqué las galletas,
el bichejo las tomó en sus pequeñas manitas, las llevó a su nariz de gato y
luego de eso hizo un gesto de asco, lo mismo se repitió con el queso, pero no
con la manzana que ingirió de un solo bocado. Luego que devorará la manzana ,
puse mi mano en el suelo y el duendecillo subió con temor , lo levanté sobre mi
y lo llevé junto a la computadora mientras el me miraba con curiosidad, lo
coloqué frente a los parlantes de mi laptop y puse algo de música, cuando el bichejo
escuchó por primera vez una canción, sus orejas felinas se movieron al ritmo de
las notas musicales.
Desde aquel momento, desarrollé
esa afición por cerrar con llave las puertas de mi habitación por precaución. El
duende se sienta a mi lado mientras balancea su cabeza al ritmo de las
canciones que decida colocar, aun no ha dicho una palabra en relación a mis
gustos musicales pero debo admitir que le gusta escuchar de todo y es un buen
compañero musical aunque empieza a ronronear cuando suena algo de música clásica,
creo que es su favorita , me gusta como sus patitas pequeñas se mecen y el se
sienta al borde de mi escritorio
mientras me mira con curiosidad mover las teclas para crear una nueva historia.
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