A veces debes llorar a tus muertos, a veces debes llorarlos desde el fondo de tu alma y enterrarlos en ataúdes hermosamente adornados en lo profundo de las tumbas de tu propio corazón. A veces debes maquillar las lágrimas ahogadas de la niña que lloraba desconsolada, abrazando su almohada. A veces debes rendir oraciones a las almas de tus difuntos, a veces debes escribir cartas y quemarlas en lo profundo del fuego de tu propia alma, y otras veces debes entablar conversaciones con tus difuntos mientras los dejas ir.
"No se puede servir vino nuevo en odres viejos". No se puede llorar por siempre frente a la lápida del difunto, no se puede esperar su resurrección eternamente. A veces la viuda debe levantarse, secarse las lágrimas y dejar a los muertos yacer tranquilos en sus tumbas.
He colocado un par de flores en tu tumba vacía, te he rezado unas cuantas oraciones, me he secado las lágrimas y he cambiado el luto por vestidos floreados. Es tiempo, es casi tiempo de mirar adelante. ¿No tienes la más jodida idea de todo lo que me ha costado? No, no la tienes. Así como probablemente yo no tenga la más jodida idea de todo lo que te ha costado. Pero los vivos deben enterrar a sus muertos, y yo, yo aún estoy viva.
Oraré por los difuntos, les dejaré flores frescas, hasta que un día finalmente deje de hacerlo y las tumbas se conviertan en recuerdos vagos en mi memoria. No puedes arrancarte la memoria de tus difuntos del alma, porque solo generarás un agujero terrible. No, así no funciona esto, porque esto se trata de sentir hasta lo profundo de la medula y escribir hasta que mis ganas por sacar todo lo que llevo dentro se hayan ido, mientras me tomo un sorbo de jugo a la salud de mis difuntos.
Que traigan los vestidos floreados, que la viuda se
convierta en novia, que el llanto se convierta en alegría. Que las flores que
murieron en invierno vuelvan a nacer en primavera, que traigan el vino, que es
tiempo de servir en copas nuevas.
0 Comments