Mi corazón late mientras mi sangre bombea con brutal fuerza por mis venas. Siento el calor en mis mejillas, siento mi cuerpo calentarse lentamente. Viajo en medio de la tonada, me meto en mi propia carne, me zambullo en el climax de mis propias sensaciones. Me elevo en medio de la nada mientras disfruto de mi propia libertad, mientras me embriago tomando de la copa del placer. Mientras ilumino mi alma con destellos de sensaciones, navego entre las mareas de mis propios ríos sin tener que pagar por el derecho de vivir, sin ningún tipo de impuesto a mi propia piel, sin restricciones o reglas o normas sobre mi propio gemir.
Me meto en lo más profundo de mí para volver a salir. Surco las profundidades mientras intento revivir mi corazón a través de los labios de mi propio placer, que se encienden jugosos entre mis dedos. Me elevo iluminada por mi propio destello en medio de las sombras de mis propias oscuridades, que se transforman en la leña de la caldera. Dejo volar mis pensamientos para seducir a los Adonis de mis propias fantasías.
Me sumerjo en las penumbras de la lujuria celestial. Dejo a ángeles y demonios beber de mí mientras me muevo al ritmo de mi propio placer. Mientras absorbo sus propios poderes a través de la mental orgia brutal, mientras navego en medio de la penumbra de la maldad de esos demonios y los vuelvo ángeles, mientras convierto a los ángeles en demonios y así, en un juego infinito de dominio y transformación.
Como un hada, vuelo en medio del calor con mis propias tonadas del placer. Mientras escurro cada gota de jadeo, me elevo por sobre mis propias fantasías mórbidas y enfermas. Me escabullo en medio del deseo, mientras exhalo mi propio aliento. Mi mirada vuelve a mi y me observa satisfecha frente al espejo y entonces, caigo. Caigo ligera y cansada y agotada, pero extasiada y libre en mi propio paraíso del placer.
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