La victima

 

Hola, mi querido lector. Así es, aquí estoy otra vez. Es que, sinceramente (sí, sí, ya sé que no te importa), he estado bastante ocupada, priorizando otro tipo de contenido. Sin embargo, tú bien sabes que esta página es una parte esencial de mi esquema personal, que me permite transmitirte con total claridad quién soy. Porque la verdad, soy demasiado buena escribiendo y, sinceramente, creo que escribo mucho mejor de lo que hablo, aunque sinceramente hago ambas cosas bastante bien. Pues, dale, vamos a lo nuestro.

Estaba pensando en las víctimas. Este no es un escrito filosófico sobre las víctimas; dejemos eso para otro día. Hoy hablaremos de estos seres como personajes. En mi opinión particular, las víctimas son seres humanos muy, pero muy, aburridos. Solo se quejan de su situación y no hacen nada por resolverla. Se quedan en el fango llorando por tonterías, pero lo hacen precisamente porque les trae un beneficio. Al principio, les trae la atención de la gente y ayuda, incluso pueden manipular personas a través de su victimismo, pero luego, luego de eso, simple y sencillamente las víctimas aburren. Incluso las mismas personas que escuchan su discurso victimista terminan por aburrirse, porque saben que a la larga esto se vuelve una cantaleta repetitiva y se vuelve hastiante estar al lado de un personaje tan deplorable.

Creo que las víctimas son los personajes más miserables y funestos de la literatura. Son seres patéticos y muy grises. La víctima solo se vuelve interesante cuando mata su papel de víctima y se transforma en el heroe o el villano. Lo vemos en la literatura, por ejemplo, en "Los miserables". Nuestro protagonista, Jean Valjean, llega a ser protagonista cuando deja de andar robando panes y sentirse un pobre ex convicto, y se reinventa una vida como Monsieur Madeleine. Se convierte en un exitoso industrial y alcalde de una ciudad, demostrando su capacidad de cambio y regeneración. Es justo allí cuando la novela de Victor Hugo se vuelve realmente interesante.

En el caso de las telenovelas, a nadie le importa realmente la protagonista de la novela cuando está siendo maltratada, más que para decir el típico "Pobrecita" que grita la audiencia, que es tu madre sentada en el sillón de tu sala comiendo restos de la comida de ayer. Pero la cosa se pone buena cuando la protagonista, venida a menos, de pronto recupera su poder. Es allí cuando los picos del rating de la triste telenovela para distraer a tu intelecto se elevan por las nubes.

Hoy en día, los protagonistas son los villanos o los héroes, y las víctimas son el relleno, porque realmente no son un personaje interesante que pueda inspirar nada más a la audiencia que lastima y conmiseración. Así que, si quieres vivir de la lastima ajena y eres un gusano triste, sigue sintiéndote la víctima ante tus circunstancias.


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