Cuando es invierno y las situaciones se tornan adversas, los osos se refugian en cuevas para protegerse del frio y las inclemencias del clima e incluso hibernan por un tiempo para ahorrar energía y así a sobrevivir mejor al invierno.
Algo similar ocurre cuando terminas una relación, al principio tienes un miedo enorme a la soledad, estas tan acostumbrado o acostumbrada a pasar tus días con esa persona, ha llegado un punto en que tu carácter se ha adaptado tanto a ese ser humano que simplemente no puedes ni siquiera pensar en empezar una nueva relación, cada ser humano tiene sus propios tiempos emocionales, unos tiempos duran más que otros, a veces puede resultar desesperante, tal vez puedes llegar a sentir la sensación en el corazón de que no volverás a amar, tienes el corazón cerrado al amor, completamente clausurado, es como si te hubieras puesto un letrero que dice:
“Cuidado mantenerse alejados, muerdo, ataco, gruño, estoy en mantenimiento absoluto” aléjense de mi o no respondo, y es que hay un punto en el que las invitaciones a salir, las llamadas o lo intentos de coqueteo simplemente llegan a hastiarte, te alejas de las redes sociales, bloqueas personas, literalmente mandas al sexo opuesto al diablo ¿acaso el mundo no entiende que en este momento has decidido entrar en tu cueva emocional porque estas recalibrando todas tus emociones para salir más fuerte de esta situación?.
Cada tiempo emocional es distinto y aunque al principio la soledad resulta aterradora, como ese monstruo con el que no quieres encontrarte, finalmente resulta que ella y tú se convierten en mejores amigos o amigas y tú y tu corazón en refacción aprenden a disfrutar de esos momentos de crecimiento en solitario, y finalmente disfrutas tanto quedarte en pijamas todo el día, disfrutas de ese último libro que adquiriste, de tu canción favorita, de una buena película que, definitivamente, por nada del mundo hable de amor, de pedir una comida delivery, disfrutas de crear Hobbies extraños y simplemente disfrutas de tu soledad como no lo habías hecho antes y empiezas a preguntarte si te gustaría salir de tu “cueva emocional”, esa que acabas de crear para mantenerte a salvo de estímulos que pudieran resultar perturbadores en tu proceso de sanación y lo cierto es que en algunos casos resulta bastante difícil porque simplemente no estás listo o lista y no tienes por qué culparte si pasan meses o incluso años pues el tiempo de todos es distinto, en el proceso pesan un conjunto de factores como el valor que tuvo para ti tu relación pasada, tu capacidad para sentir las emociones a determinado nivel, el entorno que te rodea, y tu capacidad para conectar internamente.
Existen personas que terminan con relaciones de pareja y al temer tanto de su propia soledad se involucran inmediatamente en lo que en psicología se denomina “Relaciones Rebote”, relaciones que en un punto solo sirven para intentar salir del desbalance emocional que te provocó salir de la relación anterior, son básicamente relaciones a las que denominaría, relaciones de primeros auxilios emocionales que servirán por un momento para intentar camuflar el desbalance interno emocional provocado por la ruptura pero que eventualmente solo sumaran daño emocional. He allí la importancia de entrar en esa cueva emocional de autoconocimiento para poder encontrar y contactar con uno mismo como ser humano y con tus necesidades afectivas, así que por favor no te sientas mal si no has logrado salir de tu cueva emocional de autoconocimiento o si sientes que estás en camino a convertirte en un monje tibetano que radica en su habitación, los tiempos emocionales de las personas son distintos, pues cada uno de nosotros como seres humanos tiene su propio proceso evolutivo de sanación, crecimiento y auto encuentro.
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