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No es lo que parece, es una basura pero no lo es
Cerramos el año como se tiene que cerrar, definitivamente hablando de la última novedad de Netflix, el estreno de la segunda temporada del juego del Calamar, que se presenta ante nosotros brillante, exquisita y una completa basura en los primeros episodios. Ok, ¿podrías estar pensando: "¿Pero qué rayos, ¿cómo puedes decir eso?" Y es que realmente no conecté con la serie durante sus primeros episodios, se hacía lenta, predecible, y teníamos a un protagonista asediado por la culpa, intentando limpiar su "pecado de ganar el juego" con la búsqueda casi obsesiva de tres años de los organizadores del juego para matarlos. Bueno, podemos decir a favor de nuestro protagonista que era terco, como mi propio corazón, Seong Gi-hun. Créeme, te entiendo, como no tienes idea, la culpa te lleva a hacer esas cositas y más, pero todo tiene un límite, ¿no? No puedes seguir toda tu vida intentando limpiar un desastre del que tú no fuiste responsable.
En fin, volvamos al juego. Ok, sinceramente, los primeros episodios, en mi humilde opinión, fueron una apuesta interesante del guionista para aburrirme, y una parte de mí empezó a recordar ese dicho que dice que las segundas partes no son buenas. Aunque pronto empecé a recordar trilogías y ejemplos de que había segundas partes que valían la pena y habían superado a sus antecesoras. En fin, luego de quedarme dormida con los primeros episodios y despotricar mentalmente de lo pésimo, aburrido, lento, repetitivo y predecible de la serie, finalmente el episodio seis empezó a dar luces de que algo bueno se venía por allí. Y cuando finalmente le había puesto una calificación de 4,6 a la serie, el episodio siete vino para hacer lo mejor que puede haber hecho: volver a la serie impredecible y permitirme finalmente cambiar su calificación a un 9,2.
Supongo que en un principio creé
demasiadas expectativas sobre la segunda parte del juego del Calamar, y cuando
se vio tan básico, pues se volvió decepcionante. Pero cuando dejé mis
expectativas de lado y ya solo empecé a verla por completar la temporada
(porque me gusta terminar lo que empiezo), pero ante mi grata sorpresa, todo
mejoró. Me gustaría hablar del contenido del episodio siete, que fue el que
amé, pero podría spoilearte. Lo cierto es que te deja algunas enseñanzas: Los
poderosos serán poderosos mientras los débiles se dejen someter, nadie es lo
que parece, y a veces no queremos ver lo que está precisamente frente a
nosotros, como la traición del jugador 001, que se veía venir pero no la
queríamos aceptar porque tenemos fe en la humanidad, y la muerte del jugador 390,
mejor amigo de nuestro protagonista el 456, quien intentando salvarlo solo lo condenó
a su lecho de muerte. Y la otra gran lección viene en saber, pero realmente
saber, cuando parar y que el momento preciso en el que te rindes es el momento
en que puedes salvar tu vida. Saber cuándo parar porque se te acabaron las
municiones no significa renunciar a tus ideales, significa que solo decidiste
parar; las municiones se acabaron, pero no las ganas.
En fin, esta segunda temporada
dio el giro que se esperaba: jugadores capaces de revelarse con el mando de
nuestro protagonista 456, en un entorno controlado que esta vez les tocó
perder, pero que conste que hablamos solo de esta vez. El episodio siete deja
abiertos muchos escenarios nuevos, pero no es precisamente aquel en el que los
malos ganan, porque esto no es lo que parece. Salud, y cerremos el año con esta
serie.
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