2020-2024

 


Ya pasaron cuatro años, disfruté el show de striptease; quedó bastante bien la coreografía. Te cuento que yo también tomé algunas clases, aunque me di cuenta de que, por allí, como que necesito más práctica. En fin, creo que fue bastante divertido saber que podía hacer algo como eso; fue realmente bastante interesante explorar algo nuevo que incluya música y mi cuerpo.

Este año hice cosas de las que no me sentí capaz, pero al mismo tiempo, sí. Aún la música sigue estando conmigo, aún adoro las sandías, aún me gusta el ceviche con arroz; hay cosas de mí que no han cambiado y otras que se han implementado. Tengo mayor enfoque y claridad, y claro, tuve algunas mini experiencias desagradables que me generaron aprendizajes.

Hice nuevas amistades, dejé ir a muchas otras que nunca fueron amistades. Seguí escuchando esa canción; de hecho, me hace sentir bien escuchar esa canción. Compré mi primer árbol de Navidad, y el plan de comprar un hámster llamado Donatello fue abortado porque me la pasé haciendo actividades. ¿Qué más te puedo contar? Pasé algo de tiempo con mamá e intenté comprenderla.

Bueno, me salieron nuevas pacientes de coaching que confían en mí y aprecian lo que hago por ellas. Pude organizar un evento zombie en el trabajo y lo disfruté; inicié en mi propia oficina sesiones presenciales de coaching. Finalmente, dejé de comer pollo a la brasa de esa pollería Don Belisario; créeme, se había vuelto una adicción. Pero por sobre todas las cosas, lo que más pasó es que voy aprendiendo quién realmente soy. Ha sido un camino largo, como lo escribí en alguna publicación de Facebook, pero siento que estoy cada vez más cerca de encontrarme.

Dicen que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde; soy del tipo de persona que sabe lo que tiene y lo disfruta, y sé que en este momento tengo mi paz, me tengo a mí y estoy en mi propio camino hacia ese autodescubrimiento tan necesario. Hoy no tenía muchas ganas de escribir esta carta de fin de año, porque mi corazón ha estado sin ganas de comunicarse conmigo; pero en el fondo, sé que mi corazón es tan parlanchín como yo, así que si le pongo una hoja en blanco y algo que decir, dirá lo que le nazca decir. Solo me resta decir: gracias, 2024.


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