La naturaleza de la conducta humana está, sin lugar a dudas, representada por un héroe trágico de la literatura como lo es Hamlet, un príncipe que pierde a su padre y debe soportar en el trono a su tío, quien osa casarse a los pocos meses con su madre.
Cada uno de los personajes de Hamlet es una representación de la psique humana. Shakespeare nos muestra en Hamlet el conflicto interno de la búsqueda de justicia, un personaje que se debate entre la locura y la cordura, entre la razón y el corazón. Su soliloquio nos muestra un Hamlet torturado por el deseo de justicia y, al mismo tiempo, confundido en la sinrazón.
Dentro de la locura de Hamlet se vierte la estrategia y la trampa para atrapar al perpetrador del asesinato de su padre, su tío Claudio, cuyo personaje representa lo más oscuro del alma humana: la traición y la ambición, guiada por la lujuria y el deseo de posesión.
La madre de Hamlet, Gertrudis, intenta negarse a la realidad y apagar su consciencia al intuir que casarse con su cuñado será mal visto y reprobado. Busca negar esa realidad, sin embargo, su consciencia llega a despertar y, al final de la obra, se presiente una mujer torturada por la idea de la verdad de los eventos que intenta negar.
Ofelia, la mujer enamorada de Hamlet, es el daño colateral del deseo de justicia de nuestro personaje principal. Es la víctima vulnerable que termina sucumbiendo a la locura de Hamlet, como si Hamlet fuera una manzana podrida por el deseo de justicia que termina contaminando toda la corte y asesinando de manera indirecta a Ofelia, quien pierde la cordura frente a los desplantes de Hamlet.
Laertes, hermano de Ofelia, es la voz de la justicia impulsiva, es la voz del enojo y de la emoción. Es la viva muestra de lo manipulable que se vuelve una persona cuando se deja llevar por el enojo. Laertes, un personaje en esencia bueno, es contaminado por la conspiración de Claudio para asesinar a Hamlet en un duelo.
Diríamos que Hamlet, al intentar vengar a su padre, se convirtió en el monstruo que quiso destruir. Claudio, asesino del rey Hamlet. Sin embargo, el daño que hizo la búsqueda personal de Hamlet de justicia fue aún mayor, llevando consigo un baño de sangre que mató a los seres que Hamlet realmente amaba: Ofelia, ahogada en el río; Gertrudis, bebiendo la copa envenenada; Laertes, con la estocada de la espada envenenada; Polonio, de manera accidental a manos de la espada de Hamlet; y finalmente, Claudio. El deseo de búsqueda de justicia se convierte en una masacre donde, en efecto, se hizo justicia, pero Hamlet se convirtió en el monstruo que deseaba combatir y, al mismo tiempo, terminó muriendo a manos de su propio ferviente deseo de justicia.
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